Con uncaburé en el pecho
Cuentan que Carlos Luis García Bes, másconocido como “Pajita”, se trajo un hermoso caburé vivo, un pájaro de lafamilia de las lechuzas, de uno de sus viajes por el Paraguay. El pequeñoanimal comenzó a vivir con él en su taller en Salta, y posaba incólume sobre elcaballete en el que el artista pintaba. Este pájaro, símbolo de la sabiduría,se volvió una fiel compañía en el hacer y una firma a modo de distintivo encada una de sus obras textiles.
Cuentan que cuando esta ave canta se reúnen,embelesadas, todas las aves cercanas. Por este inusual evento lleva su nombreel caburé, rey de los pájaros. Algunas leyendas dicen que muchos pájaros tratande imitarlo por la belleza de su música. Otras leyendas dicen que el caburécanta y llama para elegir como cena al pájaro más hermoso de entre sus oyentes.Que espera el momento justo para atacar a su presa cuando cae hipnotizada porla magia de sus trinos. Dicen que el canto del caburé puede anunciar la muerteo que su belleza es un recordatorio de la finitud de la vida.
Así como el caburé, cuentan que cada vez quePajita viajaba y exponía sus tapices, sembraba la atracción por el arte textilen muchas y muchos artistas de los grandes centros. En un momento donde estearte comenzaba a ser valorado en nuestro país desde la mirada europea, Pajitasupo ver el valor de lo autóctono y explorar a través del tejido las raíces delpasado prehispánico. Retomó muchos temas y motivos locales como la pachamama,el sol, la luna, el baile del pin pin o el árbol de la vida, en un lenguajeatento a las vanguardias pero con un sello propio, amable y despierto.
Parece que esa amabilidad distinguía siempre aPajita. Que cuando su caburé se escapaba en las noches él comentaba tranquiloque el pájaro debería estar noviando, que volvería al otro día por comida.Dicen que el caburé tiene poderes, que conoce la noche. Que tener una de suspequeñas plumas pardas, de esas que se confunden con la hojarasca, funcionacomo un amuleto para atraer todo aquello que anhelamos: amor, fortuna,protección ante los peligros. Que con una oración sosteniendo fuertemente lapluma en la mano se puede amarrar al ser deseado. Algo de ese deseo sujeto, deese pasaje de deseo, amparo y esperanza vive también en los telares de Pajita.Sus fibras entrelazadas parecen recobrar los trances entre estados ytransformaciones de la materia, esos movimientos, en el ritmo que hace bailarel punto geométrico y va coloreando figuras. Parece haber quedado guardadoentre nudos todo un registro de los misterios de aquel mundo antiguo o unacartografía para construir una danza con los vaivenes de nuestro tiempo.
En los textiles de Pajita el caburé, igual quelas lechuzas, sin moverse siempre mira de frente. En ese llamamiento insistentede la mirada, y en esa indistinción entre frente y revés parece que podemos veren la urdimbre de sus telares canales de recuerdos, de conversación. Horasentre nudos de charlas del artista con su caburé, con sus acompañantes yayudantes. Historias que vienen desde lejos y nos sorprenden aunque parecenconocidas, que resuenan en nuestro pecho. Historias que nos hacen olvidar lasdiferencias entre el arte y la artesanía o que fusionan esas diferencias en labelleza de una única obra. Como si de un secreto antiguo se tratara, las piezasde Pajita siguen vibrando, buscando a quienes se reunan ante sus imágenes comopresas ante un hermoso canto.
MarielMatoz, Mendoza 2023.